Adriana Carolina Torné Rivas
La criminalidad en todas las regiones y países del mundo contiene factores e influencias que la individualizan y diferencian de las demás. Son muchos los elementos como: la historia, los índices migratorios, la densidad demográfica, el desempleo, las diferencias culturales, el crecimiento económico, entre muchos otros; que actúan como indicadores que directa e indirectamente afectan en las práctica, tendencia y comportamiento delincuencial de un determinado lugar.
De forma más puntual, la delincuencia se origina inicialmente por un comportamiento que representa rechazo y disconformidad antisocial y anormal dentro de la conducta humana, estos no tienen uniformidad ya que los casos, motivos y razones tienen una inmensidad de detonantes. En la realidad panameña esta premisa explicativa se traduce a puntuales hechos y factores exógenos y endógenos que traen consigo resultados de accionar delictivo.
En nuestro país el factor principal es la pobreza y deserción escolar las cual son normalmente causadas por las grandes tasas de desigualdad en los países. Esta nace de los altos índices de desempleo y de desplazamiento forzado de las familias enteras; familias que habitualmente viven de los trabajos manuales como la agricultura y ganadería, áreas en las cuales hay pocas oportunidades laborales disponibles como resultado del desarrollo de la industrialización.
Sin embargo, también se data que “los factores agravantes para recurrir a la delincuencia son: la drogadicción, las pandillas, grupos sociales perjudiciales, violencia, entre otros.” Tomando en cuenta este aporte hay que enfatizar en que el segmento demográfico más preocupante y reincidente en este tema es el de la juventud, con una continua progresión en cifras. En este momento surge otra incógnita, y es la de ¿Qué hace vulnerable a este sector? La respuesta jamás podrá ser inmutable, pero existen ciertas condiciones que influyen estadísticamente en el desarrollo del comportamiento delictivo. Estos van muchas veces de la mano de: fracturación familiar, deserción escolar y desempleo, problemas socioeconómicos, adicciones, desenvolvimiento social y malas influencias.
Lo anterior se ve reflejado claramente en las estadísticas en base a los delitos más cometidos a nivel general y en la actualidad dentro de la República de Panamá, estos se deducen en robo y hurto. Independientemente de que estos sean los principales, dentro del territorio panameño se ven otros delitos de gran amplitud como el sicariato, narcotráfico, femicidio, homicidio y crímenes sexuales.
¿Qué hace de Panamá un foco para la comisión de estos crímenes?
En las últimas encuestas continentales realizadas por entidades como el SIEC (Sistema Nacional Integrado de Estadística Criminal) y el FES (Friedrich Ebert Stiftung América Central), Latinoamérica y América Central se encuentran en el primer lugar por delincuencia y actos criminales, puesto que cuarenta y uno (41) de las cincuenta (50) ciudades más peligrosas del mundo se alojan en este continente; y con ello se registra que el setenta y cinco por ciento (75%) de los asesinatos son realizados con armas de fuego lo que nos indica de igual forma el desmedido tráfico de armas blancas y de fuego a lo largo de toda la región. Históricamente, América Central y América Latina en general se han visto marcadas por olas criminológicas desde tiempos memorables”, y ese ha sido el resultado de tener en sus tierras las más altas producciones a nivel mundial de productos psicotrópicos y narcóticos ilegales.
Tomando en cuenta la información brevemente expuesta se puede vincular directamente que dentro de las rutas más concurridas para llevar a cabo este tipo de crimen organizado se encuentra Panamá como enlace; es por su posición geopolítica en el mapa que esta región se ve expresamente afectada por astas actividades. Sin embargo, hay otros elementos históricos importantes que hay que tomar en cuenta en el momento de hacer una análisis crítico sobre como Panamá ha llegado a tener estos altos índices a nivel delincuencial.
Panamá como en el resto de los países abatidos por un gran índice y movimiento de comportamientos y actividad delictiva; son prisioneros de la realidad que vive en su sociedad: precario nivel educativo, deserción escolar causada por las limitadas plazas de trabajo, una posición geográfica utilizada como una ruta inicial para el narcotráfico y el gran nivel de desigualdad y pobreza son los detonantes iniciales para este tipo de resultado. De igual manera un pobre sistema penitenciario esta de la mano de las altas tasas de delincuencia, además que en el país solo existe un centro penitenciario con departamentos esencialmente preparados para terapias de reinserción, la mayoría no tienen políticas aptas para el trato de estos a nivel médico; puesto que los índices de reincidencia son altos. Incide también grandemente la tenaz cultura partidista que interfiere con los proyectos que se ponen en pie a mitad de los periodos de gobierno, puesto que los mismos perecen y no reciben continuidad en los cambios de gobierno.